El aumento del tipo de cambio visto en los últimos meses tuvo su inicio en abril de 2018 cuando el rendimiento de los bonos americanos alcanzaba un 3%, dando a entender a los agentes que terminaba el ciclo de tasas bajas en el mundo y comenzaba la corrección de las tasas de interés. De ésta manera, comienza a verse mayor preferencia por el dólar a nivel global y casi todas las monedas del mundo se debilitaron.
A partir de 2019 empieza a verse un fenómeno más regional, vinculado principalmente a un Brasil complejo y a una Argentina que se complica cada vez más, repercutiendo ambos directamente en Uruguay.
De acuerdo a declaraciones hechas por el presidente del Banco Central, Alberto Graña, la evolución del tipo de cambio se encuentra en valores razonables y aceptables y $35 por dólar no es una referencia, ya que Uruguay se encuentra bajo un sistema de tipo de cambio flexible. Desde el BCU se señala que la intervención de la autoridad monetaria de los últimos meses no tiene como objetivo evitar la suba sino tratar que la misma sea ordenada, que no haya procesos especulativos que repercutan en otros sectores de la economía. El aumento venía siendo demasiado grande y no estaba asociado con fundamentos, sino con grandes inversores institucionales comprando volúmenes importantes en el marco de sus estrategias de inversión, razón por la cual el BCU realizó intervenciones en el mercado cambiario.
Con esta suba del dólar, lo primero que aparece es el sentimiento de pérdida de bienestar por parte de la población, ya que a las familias en su mayoría les cuesta más comprar bienes cuyos precios están en dólares, ya sean autos, electrodomésticos, viajes, etc. Por otro lado, el comercio de estos productos se ve resentido por la dificultad que comienzan a tener para vender su mercadería.
Sin embargo, los sectores exportadores - tales como el agro, la industria el software, el turismo - se enfrentan a un shock positivo ya que disminuye su costo de producción medido en dólares, haciendo que se mejoren los márgenes o que puedan bajar los precios logrando así ser más competitivos en el mundo.
La historia muestra que cuando ocurren estos saltos del dólar, los efectos a corto plazo en el PBI son negativos ya que los cambios en el consumo son inmediatos, rápidamente las compras se retraen y el consumo incide directamente en el PBI. Sin embargo, el efecto positivo sobre los demás sectores es más lento. El sector exportador ve la suba del dólar como una mejora, pero demora más en tomar decisiones de inversión, como puede ser comprar más mercadería o expandir su nivel de producción, pero cuando efectivamente lo llevan a cabo, se demandan más trabajadores y se contratan servicios de otras empresas, haciendo de esta manera que el consumo se recupere.
Gimena Abreu.
Jueves 23 de Mayo 2019